Netflix encontró la solución a la piratería. A continuación explicamos como puede ayudar esto a los libros
Desde la aparición del formato Netflix, donde pagas una pequeña cuota mensual o anual para tener acceso a cientos de películas y series, el mercado audiovisual ha cambiado para siempre. A eso, le sumamos que otras empresas han decidido subirse al carro, de forma que actualmente contamos con varias versiones similares a Netflix como HBO, Amazon, Movistar y, la última moda a la que todo el mundo se está apuntando, Disney Plus.
Este formato no solo ha calado en las productoras de películas y series, sino que incluso se ha infiltrado en otros ámbitos como en la música con Spotify, en los videojuegos y en libros. En el caso de los videojuegos, existe Playstation Now, donde se pueden jugar a más de 700 títulos por 10 euros al mes, o Google Stadia, la propuesta de Google que no ha acabado de calar, puesto que su catálogo de videojuegos es muy limitado con solo 25 títulos.
Esta nueva forma de consumir entretenimiento parece haberse establecido y arraigado en la mayor parte de la sociedad, ¿y cómo no? Antes una película en físico te costaba unos 19 euros, y ahora, por 14 euros al mes, tienes más de 1.000 cintas en tu televisor.
Entonces aquí viene la pregunta principal, ¿Cómo puede este método ayudar a los libros digitales?
Si algo funciona, se tiene que explotar.
Para responder a esta pregunta, un estudio realizado este pasado 2020 por Daniel Benchimol, director de Proyecto451, decidió averiguar cuál sería la opinión de los lectores en el caso de que hubiera un ‘Netflix de libros’.
Para empezar, se les preguntó a los lectores si preferían leer en físico o en digital, y las respuestas que obtuvieron fueron bastante híbridas: del 62% que lee tanto en físico como en digital, un 34% reconoció que leía exclusivamente libros impresos (lector analógico) y apenas un 4% solo ebooks (lector digital). Además, el 73% de los lectores híbridos no pagó por libros digitales, mientras que el 59% de los lectores digitales tampoco pagó.
El 40% no paga por un libro digital porque siente que “te lo cobran igual que el papel”.
Es decir, más de la mitad de lectores lee en digital, pero también mucho más de esa mitad lo hace de forma pirateada.
El mayor problema siempre es el mismo: es fácil acceder a versiones piratas de los libros en internet. Solo hay que escribir ‘Título del libro + PDF’ y lo más probable es que encuentres lo que busques (a no ser que sea un libro muy nuevo). Más importante aún, muchas personas consideran que los ebooks, a pesar de sus bajos precios, deberían ser más baratos aún.
Si lo pensamos bien, el problema es muy similar al que padecían las películas hace unos pocos años, donde todo el mundo utilizaba páginas web como Repelis, Gnula, GoMovies para descargar y ver las películas de forma gratuita y así ahorrarse los 5-10 euros de la entrada del cine, o los 17 euros del DVD o BluRay.
Este problema de piratería no parecía tener solución, eso es, hasta que Netflix llego con un método perfecto para arreglarlo: Ofrecer muchas películas y series, tanto generales como originales, a un precio económico, con una plataforma tan cómoda que piratear se ha convertido en algo demasiado tedioso e innecesario para la mayoría de personas.
¿Se podría hacer un Netflix de libros?
Los resultados del estudio fueron sorprendentes, puesto que Benchimol no esperaba encontrar un nivel de respuesta y aceptación tan alto. “Prácticamente el 80% aceptaría una plataforma de streaming y la usaría. Aunque hay plataformas locales y otras internacionales (Nubico, Bookmate y Scribd), no se han masificado lo suficiente y los lectores desconocen que existen.
Bookmate, por ejemplo, es una plataforma con millones de libros por tan sólo 9,99€ mensuales. Las claves para que su sistema funcione, según Chardoine, vocera de la compañía, es que, primero, Bookmate tiene “un muy buen algoritmo que te ayuda siempre a saber según tus gustos lo que has leído, lo que has buscado y qué es lo que te podría interesar después. Lo segundo, un editor local que pueda curar la plataforma y tenga muy buenas recomendaciones, y lo tercero, desarrollar Bookmate como una red social, que te permite compartir tus gustos con tus amigos, ver lo que están buscando y ver lo que están leyendo líderes de opinión y autores famosos, para así desarrollar una comunidad de lectores”.
A pesar de que cada vez hay más aplicaciones y plataformas de ese tipo, muchos grandes grupos editoriales decidieron no jugar en ese ecosistema, y hay muchas editoriales medianas y chicas que tampoco quieren participar porque es un negocio que no terminan de entender”, explicó Benchimol.
Los retos del ebook
La lectura digital crece más en tiempos de cuarentena. ¿Qué resistencias enfrenta el ebook? Aún en los lectores digitales e híbridos aparece la idea del mayor esfuerzo para concentrarse que requiere la lectura digital, respuesta que asciende al 53% de los encuestados de 18 a 24 años.
Además, en muchas ocasiones no se tiene en cuenta que las preferencias de lecturas en eBooks pueden ser muy diferentes a las de los libros físicos, como podemos ver con los resultados de Bookmate, cuyos libros más leídos son de temática erótica (un resultado comprensivo, puesto que comprar este tipo de libros en formato físico siempre da más reparo) y de desarrollo personal, que, de nuevo, es algo que se puede leer solo una vez en cualquier sitio y que no requiere de una gran concentración.
Por otro lado, estas plataformas de streaming tienen que tener en cuenta que no son beneficiosas para todos los lectores, sino para aquellos que invierten en dos, tres o más libros por mes, ya que de otra forma la tarifa no les saldría a cuenta.
Para Benchimol, la industria editorial tiene una labor pendiente, que es tener disponible los catálogos en formato digital para evitar la difusión de contenidos ilegales. El 19% de los lectores que leen en formato digital dicen no encontrar toda la variedad deseada.
¿Qué piensan los editores?
Entre los editores, este modelo de suscripción sigue siendo resistido, porque es difícil de “monetizar” o volverlo rentable. “Las editoriales reciben muy poco por cada uno de estos libros que se leen en comparación con lo que obtienen de las ventas de libros físicos”, precisó Benchimol. En su opinión, se debería analizar la performance de las plataformas de suscripción con mirada de mediano o largo plazo. Aunque se encuentran algunos títulos de los catálogos de las grandes editoriales, muchas se han retirado de este modelo de consumo de libros.
“Si hay una oferta de calidad, buena y legal, los lectores pagarían un abono mensual y lo usarían sin mayores problemas”, concluyó Benchimol.
Así pues, la piratería en libros puede parecer imposible de evitar, y de momento lo es, pero hay que recordar que hace unos años pensábamos que no había ninguna forma de evitar que se pirateasen películas y, por el contrario, sí que ha habido una disminución gracias a las plataformas de streaming como Netflix.
En el caso de los libros, la piratería no va a disminuir hasta que este tipo de plataformas vinculadas a los libros se hagan más prominentes y utilizadas entre la sociedad. Tal vez el problema reside en que las plataformas no son lo suficientemente reconocidas entre los lectores, o puede que aún no se haya dado con la formula perfecta para captar la atención de las personas y convencerlas de todas las ventajas que los libros digitales pueden ofrecer.
¿Se os ocurre alguna otra forma de evitar la piratería en libros?